La campaña electoral fue marcada por denuncias de persecución política, advertencias cruzadas y dudas sobre el reconocimiento de los resultados.
La desconfianza mutua entre el oficialismo y la oposición dominó la campaña electoral hacia las elecciones del domingo en Venezuela y se expresó hasta último momento en los discursos, cargados de acusaciones y advertencias.
Esa desconfianza también se extiende a las encuestas. La intención de voto varía a tal punto de un sondeo a otro que cualquiera de los dos principales candidatos a la presidencia, el oficialista Nicolás Maduro o el opositor Edmundo González Urrutia, puede aparecer como el favorito con una amplia ventaja sobre el otro.
Para Diosdado Cabello, vicepresidente del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela, hay una “guerra de encuestas” en la cual la oposición es capaz de atribuirse “150% de las preferencias”.
Según el diario El Nacional, muy crítico con el gobierno, varias encuestadoras con larga trayectoria en el país dan como ganador a González, el candidato de la coalición Plataforma Unitaria Democrática, con más de 50% de intención de voto. Otras consultoras, que según advierte el periódico no son tan conocidas o son nuevas, miden una clara ventaja para el presidente Nicolás Maduro, con apoyos que en algunos casos llegan al 70%.
Telesur cita varias encuestas que dan por ganador a Maduro, incluso una, la de International Consulting Services, en la que el presidente arrasa con 71,6% de intención de voto frente a 23,9% de González. Si bien compiten otros ocho candidatos, ninguno de ellos aparece en los sondeos con posibilidades reales de llegar a la presidencia.
En este escenario de división en dos bandos, tanto el oficialismo como la Plataforma Unitaria Democrática aseguran que van a ganar. En el caso de la oposición, incluso comenzó a hablar sobre un proceso de transición.
“Queremos que el lunes Venezuela vea al presidente electo de la República Edmundo González Urrutia tendiendo los puentes que hay que tender para que Venezuela tenga paz por primera vez en 25 años”, dijo la dirigente opositora Delsa Solórzano. “Maduro […], te vamos a invitar a conversar, nosotros queremos la Venezuela del encuentro, la Venezuela del abrazo, la Venezuela de la paz, y aquí tiene que iniciar la transición”, agregó.
Sin embargo, en el caso de Venezuela, la confianza en el triunfo propio viene de la mano de una resistencia a aceptar una eventual derrota o de acusaciones al oponente de actuar de manera ilegítima para incidir en los resultados.
La oposición denuncia persecución política
En estas elecciones se juega la continuidad de una dirigencia que ha permanecido en el poder desde 1999, primero con Hugo Chávez como presidente, y desde su muerte, en 2013, con Maduro al frente del Ejecutivo.
La oposición afirma que el gobierno ha puesto en marcha toda su estructura para perseguirla, tanto desde el aspecto electoral como desde las fuerzas de seguridad. Según denunció esta semana el equipo de González, fueron detenidos seis trabajadores contratados para trasladar equipos de sonido en camiones para uno de los últimos actos de campaña, el martes, en la ciudad de Maracaibo.
El coordinador regional de su campaña, Gustavo Ruiz, dijo que los camiones fueron “retenidos” y que además la líder de la Plataforma Unitaria Democrática, María Corina Machado, sufrió “toda una serie de inconvenientes en el camino” a esa ciudad y que le prohibieron viajar en avión dentro del país.
Machado, una derechista que aboga por las privatizaciones y el repliegue del Estado, había sido elegida por la alianza opositora como candidata a la presidencia, pero está inhabilitada para postularse a cargos.
La segunda opción de la Plataforma Unitaria Democrática fue Corina Yoris, con un perfil académico. Pero cuando faltaban pocas horas para que terminara el plazo de registro de los candidatos, Yoris denunció que el sistema de inscripción digital no le otorgaba las claves que necesitaba, pese a que no tenía ningún impedimento legal o administrativo para postularse.
Por entonces circuló la información falsa de que no podía inscribir su candidatura porque tenía, además de la nacionalidad venezolana, la uruguaya, lo cual sería un impedimento para acceder el cargo. Finalmente, la oposición optó una tercera opción, el diplomático Edmundo González.
También el nuevo candidato fue objeto de noticias falsas y especulaciones acerca de su salud. El propio Cabello llegó a decir que “no está bien de salud” y que por eso evitaba mostrar sus brazos. “No sufro de ninguna enfermedad terminal. Sólo tengo unas manchas en la piel que son producto de fragilidad capilar”, dijo González, de 74 años, y mostró su brazo derecho, informó France 24. Además les advirtió a “quienes le han metido la mano al erario público, esas manchas no se quitan”, y agregó: “Por todo eso es que el 28 de julio vamos a ganar”.
Semanas después, cuando González faltó a un acto de campaña porque tenía gripe, Cabello se burló y dijo, sin nombrarlo, que si “le cae una lluvia le da moquillo”, una enfermedad canina, y que “no aguanta ni siquiera un acto”, citó la agencia Efe. En cambio, dijo Cabello, Maduro “tiene buena salud” y soporta “no uno, ni dos, ni tres: hasta cuatro y cinco actos por día”.