André Mendonça es una persona de confianza del presidente de Brasil y que deja satisfechos a los aliados religiosos del gobierno.
Aunque en Brasil “el Estado es laico, el presidente es cristiano”, dijo Jair Bolsonaro hace dos años a un grupo de pastores evangélicos, y les prometió que cuando quedara vacante un cargo en el Supremo Tribunal Federal (STF), la máxima instancia judicial del país, propondría a un evangélico para ocuparlo. Sin embargo, cuando se jubiló uno de los magistrados del STF, Celso de Mello, Bolsonaro optó por Kássio Nunes Marques, un conservador católico que dejó insatisfechos a los pastores.
Ahora Bolsonaro se dispone a cumplir aquella promesa. Otro juez del STF, Marco Aurélio Mello, cumple el lunes 75 años, la edad de retiro obligatorio para los magistrados de esa corte, y para ocupar su lugar el presidente eligió a André Mendonça, a quien definió como “terriblemente evangélico”. Mendonça es un pastor de la Iglesia Presbiterana de Brasil y una persona cercana a Bolsonaro. El presidente ya anunció públicamente su decisión y sólo falta su designación formal, y el aval del Senado.
Además de ser un pastor evangélico (aunque no de las iglesias neopentecostales, que son las más populares en Brasil), Mendonça ha ocupado altos cargos a lo largo del gobierno de Bolsonaro. Desde el primer día de su presidencia fue titular de la Abogacía General de la Unión (AGU), un cargo equiparable al de ministro, en una institución que tiene la tarea de representar a los poderes del Estado en el ámbito judicial.
Después, en abril de 2020 fue designado titular del Ministerio de Justicia y Seguridad cuando el exjuez Sérgio Moro renunció a ese cargo. Pero un año después, Bolsonaro quiso que Mendonça volviera a la AGU. Quien lo había reemplazado al frente de esa institución, José Levi, no había defendido al presidente tan bien como él.
Mientras la pandemia de covid-19 se disparaba, Levi se negó a firmar una acción judicial con la que Bolsonaro intentaba derogar medidas de restricción de la movilidad dispuestas por los gobiernos de Brasilia, Bahía y Rio Grande do Sul. A diferencia de Levi, Mendonça había combatido las medidas de ese tipo dispuestas por las autoridades regionales, en particular la prohibición de ceremonias religiosas. El medio digital Poder360 recordó que Mendonça llegó a citar pasajes bíblicos para defender su postura y argumentar que “sin vida en comunidad no hay cristianismo”. A pesar de sus intentos, el STF reconoció las competencias de los gobiernos locales para adoptar restricciones sanitarias.
También durante su paso por el Ministerio de Justicia y Seguridad Mendonça mostró su lealtad a Bolsonaro. Según recordó BBC Brasil, cuando estuvo al frente de esa cartera utilizó la Ley de Seguridad Nacional, aprobada en dictadura, para investigar a opositores y a quienes eran críticos de la respuesta del gobierno ante la pandemia. Pidió a la Policía informes sobre el dirigente del Partido Democrático Laborista Ciro Gomes, el del Partido Socialismo y Libertad Guilherme Boulos, y sobre el periodista de Folha de São Paulo Hélio Schwartsman, entre otros sospechosos de calumniar o injuriar al presidente bajo esa norma. Ordenó que se elaboraran reportes sobre 579 funcionarios federales y estaduales que habían sido señalados como integrantes del “movimiento antifascismo” y sobre tres profesores universitarios. Finalmente fue el propio STF el que le señaló que no podía “hacer listas de enemigos” del gobierno.
Cuando fue designado al frente de la AGU, Mendonça ya tenía cerca de dos décadas de experiencia como funcionario de carrera en esa institución y amplia formación en derecho, con un doctorado de la Universidad de Salamanca. Si se confirma su incorporación al STF también puede tener una larga carrera en esa corte, ya que sus 11 integrantes no tienen un límite temporal a su mandato, excepto por la obligación de retirarse a los 75 años, y Mendonça tiene 48.