Fue asesinada el 28 de diciembre de 2014; se plantea como agravante que la mataron “para robarle”
Tras casi ocho años de haber cometido el crimen, Leonardo David Sena fue procesado con prisión por el homicidio muy especialmente agravado de Lola Chomnalez. El presunto femicida tiene dos antecedentes: uno por lesiones personales de 2003 y otro por violación de 2009.
La Fiscalía Departamental de Rocha de 2° turno, a cargo de la fiscal Jessica Pereira, solicitó el procesamiento de Sena y el juez de la causa, Juan Giménez, acompañó la solicitud fiscal y decretó el procesamiento con prisión. Entre los agravantes, se consideró que el homicidio es para llevar adelante otra conducta delictiva. Se trata de un caso de homicidio conexo: cuando el homicidio es el medio para delinquir.
Según el documento publicado por Fiscalía, “surgen elementos de convicción suficientes para atribuir al indagado responsabilidad como presunto autor de homicidio muy especialmente agravado”.
“Se pudo establecer que fue asesinada el 28 de diciembre de 2014 alrededor de las 3 de la tarde mientras caminaba por la playa, desde Valizas hacia Aguas Dulces. En ese momento, y coincidiendo con el horario de descanso de [Sena], este se encontraba en la playa cuando en determinado momento se cruza con [Chomnalez] y mediante la fuerza la lleva hacia la zona de médanos a unos 145 metros de la playa. En dicho lugar, el imputado (presuntamente acompañado por otra u otras personas) dio muerte a Lola para apoderarse finalmente de los valores que llevaba consigo en ese momento”.
La autopsia arrojó que fue asesinada mediante “asfixia mecánica por sofocación”, entre 48 y 72 horas antes de que su cuerpo fuera encontrado. Se señalan algunas particularidades sobre las múltiples lesiones que presentaba su cuerpo. Se enfatiza en una de las heridas de tipo “cola de ratón” que “evoca amenaza y sujeción” del agresor con una mano en el cuello y el arma blanca en la otra mano. Se explicita que “ella no llega de forma voluntaria, la llevan hasta ahí con algún tipo de amenazas, los cortes en los brazos pudieron haber sido intimidatorios, y no fue llevada por una sola persona, tal vez dos”. Y se reafirma que hubo más de un agresor.
La mochila fue encontrada en un extremo de la duna, “en un lugar que no quedaba ‘al paso’ sino totalmente al margen, lugar en el que incluso la gente que trabajó en la escena no debía transitar para desplazarse hacia la playa”, señala el juez en el auto de procesamiento.
Las manchas de sangre encontradas en el DNI corresponden al de Lola y un hombre, y están mezcladas. Lo mismo sucede con la toalla en la que se encontró sangre. La mancha masculina en la toalla y en el DNI son de la misma persona. Por cómo estaba colocada la toalla, el DNI y las manchas, se plantea que fue revisada y que de allí se robó dinero. Como consecuencia de que el imputado revisó el monedero y la mochila de Lola es que surge su sangre mezclada con la de ella, “lo cual da la pauta de que fue un partícipe del hecho, ya que probablemente también se lastimó al herir a Lola, manchándose a su vez con la sangre de esta”.
El documento explica cómo se llegó a dar con el match con el ADN del ahora procesado. Se seguía la línea paterna de ADN, sin resultados. Natalia Sandberg, genetista encargada del Registro Nacional de Huellas Genéticas de la Dirección Nacional de Policía Científica del Ministerio del Interior, propuso un cambio de estrategia que fue determinante: ir por la línea materna.
La nueva línea de investigación propuesta por Sandberg permitió la identificación de la presunta madre del hombre, que aportó su muestra de ADN en forma voluntaria. Es a partir de la muestra de sangre aportada por la mujer que fue posible determinar que la mancha de sangre presente en la toalla planteaba un vínculo madre-hijo entre la mujer y el ahora procesado “siendo esta coincidencia de un 99,9999%”.
La mujer declaró que tuvo 11 hijos biológicos, de los cuales aportó datos. Informó que el ahora procesado, a quien había entregado a sus 18 días, vivía desde niño con una familia en La Paloma o en Rocha. Tras la búsqueda, fue localizado y detenido. Tras tomar muestras de ADN, se determinó la coincidencia total con la muestra tomada de la toalla.
También se señala que “por si esto fuera poco” es de “fácil determinación” el parecido físico del imputado con la persona que un testigo describió y con el identikit que se hizo a partir de esto.
Sena en su declaración planteó que en su descanso laboral solía caminar por la playa: “Caminé bajando por la principal a la izquierda y avisté una mochila rosada, como una mochila olvidada en la playa, y trabajando en el supermercado se me cae un casillero de cervezas, que pedí curitas a la cajera, lo único que hice fue abrir la mochila, pero no hablé con ella, ni la vi…. Yo la abrí, lo que sustraje de la mochila fue plata, pero fue a los días de esto, por lo menos 15 días o alguno más, que veo en la televisión… que había aparecido la mochila enterrada…”. Dijo que se fue después de robar la plata y que dejó la mochila en el mismo lugar. “Fue una mochila que estaba olvidada en la playa y nada más, no hice nada malo”, acotó.
Se plantea que su relato “resulta a todas luces inverosímil” y que “no se logra explicar que su sangre esté mezclada con la de la víctima, el que esté en la toalla que se encontraba en su mochila, el que la mochila haya aparecido a kilómetros del lugar donde presuntamente la vio después de días de intenso rastrillaje y búsqueda por parte de particulares y funcionarios policiales”. Por el contrario, su versión “carece de todo respaldo probatorio”. Desde Fiscalía se explicita que Sena mató a Lola, le robó el dinero que llevaba y luego enterró la mochila.