El jugador argentino marcó dos goles para el pasaje de su selección a la final.
Julián Álvarez tenía 11 años y jugaba en el Club Atlético Calchin cuando reveló, frente a una cámara, cuál era su mayor sueño: “jugar un Mundial”, dijo ese niño con una ilusión que encandilaba los ojos.
Ese deseo se había instalado en su mente varios años antes, desde que se inició en el fútbol y lo volvió su pasión. Y es que en la niñez se trazan las metas que surgen del alma, y pocos valientes entienden que son alcanzables. Ese niño, que nació el 31 de enero del 2000, también confesó en ese entonces que su ídolo era Messi.