Fernando Pereira y Soledad González

Los integrantes de la comisión prorreferéndum opinan que la estrategia de silencio del oficialismo logró invisibilizar “bastante” la campaña, pero confían en llegar al objetivo con el “empuje” de la militancia.

El 22 de junio la Comisión Nacional Pro Referéndum contra la Ley de Urgente Consideración (19.889), mejor conocida por su sigla LUC, anunció que a 17 días del cierre del plazo para la recolección de las firmas necesarias para habilitar el referéndum se contaba con 572.551 adhesiones. Con el afán de llegar a las 700.000 para tener espalda en caso de que haya firmas anuladas, aunque la cifra exigida por la Corte Electoral es menor –unas 670.000–, los impulsores del referéndum se encuentran ahora ante el desafío de conseguir 8.000 firmas por día hasta el 8 de julio.

A poco más de una semana del fin del plazo, el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, y la dirigente de la Intersocial Feminista Soledad González, hacen un balance positivo de lo obtenido hasta el momento, pese a las dificultades que impuso la pandemia para la tarea de la militancia y lo que califican como una “invisibilización” de la campaña por parte del gobierno y los medios masivos de comunicación –aunque prefieren no hablar de “cerco mediático”–. Comparan la militancia por el referéndum con el “teatro under” y proponen, en lo que resta, hacer una “rebelión de las lapiceras” para que “nunca más ningún gobierno, del partido que sea, vote un programa de gobierno en 90 días con 500 artículos”.

572.551 firmas hasta el martes. ¿Colmó sus expectativas la cifra o hubieran querido llegar con más holgura a la recta final?

Soledad González (SG): Es una cifra impresionante, si pensamos que la campaña la lanzamos el 29 de diciembre. Es una cifra enorme en el marco de las condiciones sanitarias en las que estamos viviendo y con restricción para aglomerarnos. Tenemos todas las condiciones en contra y aun así tenemos 572.000 firmas. Creo que es súper meritorio.

Fernando Pereira (FP): Quisiéramos tener más, por supuesto. Pero está dentro de lo que en esta etapa considerábamos una posibilidad, llegar a los últimos 15 días faltando algo más de 100.000 firmas. ¿Por qué? Porque probablemente 30.000 estén en las casas, en los sindicatos –en este instante acaba de traer la Federación de Magisterio 1.800 firmas–. Soy consciente de que en los próximos días van a estar entrando miles de firmas de los sindicatos. Una cuestión importante es la operación retorno: que las firmas, donde estén, vuelvan al local sindical, se puedan contar, encajonar e ingresar a la base de datos, en tiempo y forma. Nuestra esperanza es que en estos días que quedan miles salgan a buscar pocas firmas, pero salgan todos los días. Hay que pensar una táctica que suponga puertas de sanatorios, puertas de vacunatorios, ferias vecinales, parques, barriadas, puertas de escuelas. La posibilidad de llegar es real. No estamos para tirar la toalla, estamos para apretar el acelerador, porque estamos convencidos de que en la medida en que se apriete correctamente, llegamos.

SG: Lo que no sabemos es cuánto suma ese número sombra, que ya existe. No estamos hablando de las que hay que buscar, sino de las que ya están juntadas pero no contadas.

FP: Nosotros hemos sido en cada instancia precisos con el número de firmas que tenemos. No con el que pensamos que tenemos. Esa rigurosidad hace pensar que hay miles que no están en el centro de cómputos y que están en casas familiares, locales sindicales, comités de base del Frente Amplio [FA], cooperativas; distintos colectivos que están juntando firmas y esperan a tener determinada cantidad para traerlas. Si no hubiera ningún empuje, obviamente estaríamos pensando que no vamos a llegar. Pero hay un conjunto enorme de mujeres y hombres que están comprometidos a llegar al objetivo y que el pueblo pueda resolver sobre una ley que consideran negativa.

¿Cómo tomaron la decisión del gobierno de no otorgar la cadena nacional?

FP: En otros referéndums y en otros gobiernos se dio. Lacalle fue coherente en que no iba a utilizar la cadena ni para el gobierno ni para las organizaciones. Sin embargo, la utilizó el ministro de Educación y Cultura para hablar del genocidio armenio; conferencia que yo comparto. ¿No vale la pena que la sociedad uruguaya conozca lo que opina la comisión prorreferéndum? Para mí, sí. ¿Podría haber modificado su posición original el presidente? Para mí, sí.

SG: Es coherente y se perdió la oportunidad de tener un gesto democrático.

¿Esperaban otra respuesta con los antecedentes que hubo, o de alguna forma querían dejar en evidencia la falta de apertura del gobierno a habilitar espacios para informar sobre la campaña?

SG: Nosotros tenemos que intentar todo por todos los medios y utilizar todos los mecanismos que abren el debate a la ciudadanía. Una de las herramientas posibles era la cadena nacional. El gobierno definió una línea distinta de uso de las cadenas nacionales, pero eso no invalida que nosotros tengamos derecho a pedirla y, por supuesto, el presidente tiene derecho a decir que no.

FP: Igual vamos a utilizar los medios públicos, que es lo que ofreció, porque no es poco importante. Les vamos a dar el valor que tienen y vamos a hacer un spot de calidad para que la sociedad uruguaya, a través de los medios públicos, se pueda informar y tratar, al mismo tiempo, de retransmitirlo por nuestras redes, para que llegue a la mayor cantidad de gente.

Ahora, nosotros nos preguntamos: un tema de 600.000 firmas, sobre una ley que el gobierno consideró prioritaria, [de la] que un grupo de personas y organizaciones quiere impugnar 135 artículos, ¿no mereció ningún [programa] periodístico para analizarlo? Independientemente de que la otra parte no aceptara los debates. Para mí esto es un problema, porque yo vi otros referéndums o plebiscitos que necesitaban 200.000 firmas o poco más para los que se habilitaban programas enteros. Más allá de la cadena [nacional], ¿los medios no podrán ofrecer cinco o siete minutos a los organizadores de la campaña? No estoy diciendo que hay un cerco mediático en torno al tema, pero si no hay debate, ¿no tendrá la comisión derecho a explicarle a la ciudadanía cuáles son los motivos principales por los que queremos ir al referéndum?

Si no hay cerco mediático, ¿cuál es la explicación de esa invisibilización del tema?

FP: Yo no le quiero llamar cerco mediático porque luego dicen que a Pereira se lo ve en televisión muy seguido, pero yo pregunto: ¿cuánto pude hablar de la LUC en el último tiempo? Mínimamente.

SG: No hay siquiera un informe periodístico sobre cuáles son los 135 artículos que queremos derogar.

FP: Ha sido muy complejo llegar hasta acá con todas estas cuestiones. Yo no sé si hay una intencionalidad, por eso no lo llamo cerco mediático. Pero sí me parece que no se le ha dado interés a un tema que ha recogido la adhesión de 570.000 personas. Nosotros hacemos un llamamiento a los medios, con responsabilidad, sin faltarle el respeto a ningún medio ni periodista, de que informe sobre qué se trata, y si es posible que invite a miembros de la comisión para que puedan dar elementos para que la ciudadanía luego defina.

Según una encuesta de Opción, 40% de la población dijo que está dispuesta a firmar, pero 33% dijo no estar “nada” informada. ¿Cómo llegar efectivamente a toda esa gente dispuesta a firmar y a informar a esa porción que desconoce el contenido de la ley? Ustedes hablaban de la necesidad de un mayor espacio mediático, por ejemplo.

FP: No hubo un periodístico que haya encomendado un día a analizar los artículos, incluso sin nosotros, ni que nos haya invitado a hablar de este tema en particular, como otras campañas sí han sido invitadas; uno podía escuchar los argumentos de la campaña “Vivir sin miedo”. Aun así, logramos que casi 70% de los uruguayos conozca algo de la LUC. Con volantes y redes sociales.

SG: Y con la dificultad que tiene la LUC.

FP: Cuando derogamos la ley de empresas públicas eran poquitos artículos, porque las leyes tenían un tamaño razonable. Esta ley es de 476 artículos.

SG: 36 temas.

FP: Andá a explicar todo esto en 45 segundos, que es lo que alguien te puede atender para firmar o no.

SG: Creo también que el movimiento sindical, el movimiento social y el FA generan confianza en una gran parte de la población. No tengo dudas de que mucha de la gente que firma no sólo confía en que los tres argumentos que le estás dando en esos 20 segundos son ciertos, sino que además les merecemos respeto como movimiento, porque hemos defendido otras causas populares en otros momentos, y creo que eso también juega en esta cantidad de firmas recaudadas.

Si tuvieran que explicarle brevemente a una persona que forma parte de ese 33% por qué tiene que firmar, ¿qué le dirían?

SG: Yo creo que lo más importante de refrendar la LUC es que nunca más ningún gobierno, del partido que sea, vote un programa de gobierno en 90 días con 500 artículos. Estoy absolutamente convencida de que esa es la parte más importante de todas, incluso de los artículos más retrógrados. Los artículos los podrían haber votado en 35 leyes y hubiéramos estado en desacuerdo con 35 leyes. Lo que no es legítimo es hacerlo todo junto, en el marco de una pandemia, donde nadie sabe de qué se habló, porque tuvimos, mientras se votó esta ley, a 100% de los medios ocupados con la pandemia, y todos encerrados en nuestras casas temerosos de morirnos pasado mañana. Es muy grave como mecanismo democrático.

FP: A empujones, no. No puede ser a empujones la legislación nacional. Nosotros entendemos que ganó un gobierno de otro signo, de otra forma de orientación política, con otro programa. Pero otra cosa es esta ley que tiene cambios profundos y se discutió en 90 días con las organizaciones participando 15 minutos, 30 las más grandes, sin ninguna pregunta. Hay un problema de forma. A veces la forma no hace al contenido, pero en este caso la forma hace al contenido. Y luego, el contenido es muy regresivo.

SG: En una discusión en tiempo y forma, aun en una ley que apruebe mecanismos con los que podemos estar en desacuerdo, podríamos haber introducido cambios que disminuyeran los daños. En la discusión parlamentaria era sistemático el pedido de no tratar los temas así, de desglosar en el tema que a cada uno le tocaba. Creo que ahí hay un punto que es poco asible, pero nos hace mucho peso: es esto del avasallamiento.

FP: Necesitamos rebelarnos. ¿Rebelarse supone formas violentas? No. Rebelarse es una lapicera. Han construido un relato de que golpear dos tapas de cacerolas se transforma en una cosa violenta de la que te tenés que arrepentir. ¿Qué me voy a arrepentir? ¿Quieren algo más pacífico que una rebelión de lapiceras? Eso es lo que precisamos. Es verdad que tenemos una dificultad. El plebiscito sobre la ley de caducidad era verdad y justicia o no; el de empresas públicas era defenderlas o privatizarlas, y acá son 135 artículos que no se pueden titular. Tal vez el título sea el de Soledad: esta no es la forma de legislar.

Cuando la comisión pidió la prórroga para entregar las firmas por las dificultades de la pandemia, una de las críticas que surgieron del oficialismo fue que entre que el PIT-CNT resolvió promover el referéndum, en octubre de 2020, hasta que finalmente empezaron la juntada pasaron casi tres meses por debates internos y entre las organizaciones. ¿Creen que podría haberse manejado mejor ese proceso para arrancar antes con la campaña?

SG: No, es parte del proceso que nos lleva a decidir que vamos a juntar las firmas. No podemos hacer un acuerdo amplio de organizaciones, como hicimos, sin un proceso de discusión detrás. Y menos con un tipo de ley como esta, que tenía casi 500 artículos. 

FP: Probablemente en organizaciones más verticales esto sea posible. Porque lo hace un caudillo y dice “esto es lo que vamos a refrendar”. Cuando las organizaciones son democráticas tiene que resolver cada sindicato, cada organización del feminismo, cada organización de las cooperativas, cada sector del FA, y luego entre todos. Pensar que esta instancia democrática puede llevar menos de tres meses es parte de la fantasía de aquellos que nunca han organizado un referéndum. Nos llevó su tiempo, pero lo más grave no fue el tiempo que nos llevó; en la mayoría de los referéndums hemos juntado firmas entre seis y siete meses. Lo grave es que teníamos 3.000 o 4.000 casos nuevos de covid-19 todos los días. Una de las cosas que dinamizan es que miles se junten al mismo tiempo. No pudimos hacer un acto de lanzamiento de campaña. No hemos podido hacer nada de lo que habitualmente hacemos en los referéndums. No tuvimos tablados ni Teatro de Verano ni Vuelta Ciclista. Cuando esta enfermedad llega a su punto más cruel decidimos pedir la prórroga, que yo creo que la tendrían que haber otorgado, como se la dieron a sí mismos para cambiar una elección, que también es de rango constitucional, de mayo a setiembre. El sistema político laudó de una manera para sus elecciones internas y de una manera muy diferente para el referéndum.

SG: En el debate de la prórroga hay una discusión muy de fondo que tiene que ver con la suspensión de derechos humanos. Los derechos políticos están en juego en esto de no tener plazo. Suspendiste un derecho constitucional, que es el de reunión, y estás jugando en detrimento de un derecho humano, como los derechos políticos, y en este caso, el uso de un mecanismo constitucional, como es el referéndum. En un momento yo tenía la idea de hacer una consulta a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, porque este es un problema muy profundo, que tampoco se ha dado lugar a plantearlo y debatirlo.

También hubo un proceso de discusión arduo en la interna del FA sobre la conveniencia de impulsar la campaña o no, ¿cómo evalúan el apoyo del partido hoy por hoy? ¿Sienten que hay un compromiso con la causa?

FP: Los debates democráticos en todas las organizaciones tuvieron este corte. Había dudas de si en la circunstancia política actual, es decir, la pandemia, este era el tema que había que priorizar. Esta duda cruzó transversalmente a las organizaciones. Pero una vez que se laudó, todas las organizaciones han dado lo que han podido. Si no hemos dado más, es porque no tenemos más. Después vendrá un tiempo de autocrítica, incluso si llegamos [a las firmas], porque hay cosas que se pueden hacer mejor, y tiene que quedar un aprendizaje para nuevas generaciones. Pero no hay dudas de que hay miles de frenteamplistas juntando firmas a donde uno vaya, de la misma manera que hay centenares de feministas, ambientalistas, cooperativistas, sindicalistas que están juntando firmas.

SG: Me parece que este es un ejemplo bien claro de un referéndum que se promueve bien desde abajo, desde todas las militancias. Que nace bien de abajo, más que de las dirigencias. Fue muy impulsado por las bases de todas las organizaciones que integramos la comisión.

En la primera vuelta de las últimas elecciones nacionales, el FA cosechó más de 900.000 votos, ¿qué pasa con ese porcentaje importante de frenteamplistas que todavía no pusieron la firma?

SG: Los votantes del FA y los frenteamplistas no son la misma cantidad de personas. Creo que los frenteamplistas son los que firmaron y hay que llegar a los votantes, que son los que cuando les golpeamos la puerta nos firman. Por lo menos a los votantes de izquierda, para ser más amplia.

FP: Las organizaciones nos trajeron hasta acá con sus militantes de base, pero necesitamos ampliar esa base de militantes para poder llegar. Porque necesitamos más firmas por día que las que necesitábamos hace 40 días. Y eso implica más gente juntando.

El oficialismo eligió no debatir por esta ley y ni siquiera hizo una campaña para defenderla, sino que parece haber elegido el silencio en torno al tema. ¿Cómo analizan esa estrategia, creen que ha sido exitosa? ¿Es una dificultad para llevar adelante la campaña?

SG: Para ellos es exitosa porque nos invisibiliza. Lo han logrado bastante. Lo que pasa es que nosotros somos lo suficientemente testarudos y testarudas y tenemos esta práctica militante e igual vamos por estos lados donde no se nos ve.

FP: El teatro under es nuestra militancia. En las grandes marquesinas no pudimos estar en casi ningún momento, pero abajo estuvimos en todos lados. Por supuesto que mucho nos debe faltar, porque si no tendríamos la totalidad de las firmas, pero el esfuerzo ha sido gigantesco. Si llegamos a la hazaña, yo estoy convencido de que se gana el referéndum, porque nuestras ideas son muy potentes. Ahora, claro, nos hace falta que se abra el debate, que fue suspendido cada vez que nos han invitado. No es que no intentaron generar debates. La otra parte no los aceptó.