La compra de otra vacuna por parte del gobierno brasileño genera sospechas de corrupción

La información surgió días después de conocerse la compra irregular de inmunizantes de India.

La comisión del Senado que investiga la gestión de la pandemia de coronavirus realizada por el gobierno que preside Jair Bolsonaro, conocida como CPI por sus siglas en portugués, comenzó a seguir de cerca otro caso de compra de vacunas que presuntamente presenta irregularidades.

Según informó el portal O Globo, la CPI investigará la negociación realizada por el Ministerio de Salud para la compra de 60 millones de dosis de la vacuna china Cansino por aproximadamente 1.000 millones de dólares, operación que tuvo como intermediaria a una empresa investigada por la Policía Federal y apoyada por empresarios como Carlos Wizard y Luciano Hang, estrechamente ligados a Bolsonaro.

En junio, el gobierno firmó una carta de intención con la empresa Belcher Pharmaceuticals, que pedía el pago de 17 dólares por dosis –esta vacuna es de únicamente una dosis–, el precio más caro pagado por el gobierno brasileño por una vacuna contra la covid-19.

Las negociaciones entre el gobierno y esta compañía farmacéutica comenzaron a llamar la atención a comienzos de este mes, cuando se hizo pública la intención del Ministerio de Salud de adquirir los agentes de inmunización de Cansino.

Al igual que con la empresa india Covaxin, la negociación se llevó a cabo a través de una empresa intermediaria, en este caso Belcher Pharmaceuticals. La carta de intención es uno de los pasos previos para la negociación de compras de vacunas, aunque aún no se firmó el contrato de compra de estas vacunas.

La empresa, sin embargo, es objeto de una investigación realizada por la Policía Federal que investiga el mal uso de fondos en la compra de pruebas para detectar el coronavirus por parte del gobierno. En el ámbito judicial la operación fue denominada “Falso negativo” y, según las investigaciones realizadas, la empresa Belcher habría presentado ofertas ficticias en un proceso de licitación lleno de irregularidades.

El viernes, en el marco de la investigación de la compra de la vacuna india Covaxin, el diputado Luis Miranda, del partido derechista Demócratas, dijo que denunció presiones inusuales que sufrió su hermano, Ricardo Miranda –quien se desempeña en el área de compras del Ministerio de Salud–, al presidente Bolsonaro y que, en ese momento, habría oído decir al mandatario que la situación involucraría al líder del gobierno en la Cámara de Diputados, Ricardo Barros, integrante del partido derechista Progresistas. El domingo Barros emitió un comunicado en el que negó su participación en irregularidades relacionadas con la negociación de Covaxin.

Pero estos dos aparentes casos de irregularidades en compras de vacunas están poniendo en serios apuros a Bolsonaro, quien llegó a la presidencia, entre otras cosas, con la consigna de la lucha contra la corrupción como una de sus principales banderas.

El sábado, al igual que el fin de semana anterior, el mandatario participó junto a cientos de seguidores en una caravana de motos en la ciudad de Chapecó, en el estado de Santa Catarina.

Tras el evento, Bolsonaro tuvo un breve contacto con los medios de prensa allí presentes, en que atacó a la CPI del Senado.

“Tenemos una comisión formada por delincuentes que no quieren investigar quién recibió el dinero, sólo quién envió el dinero”, dijo el presidente brasileño cuando le preguntaron sobre las presuntas irregularidades en la compra de la vacuna india.

Además, según informó CNN Brasil, el mandatario ultraderechista se refirió a las elecciones presidenciales del año que viene, en las que insistió que no deben realizarse con el sistema de voto electrónico. Reiterando la frase de que “sólo Dios me saca de Brasilia”, Bolsonaro expresó: “Tenemos elecciones el próximo año y si Dios quiere serán con voto auditable [con papeletas]”. Luego, refiriéndose al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, dijo: “Sacaron a un delincuente de la cárcel y ahora puede ser electo”. Por último, también defendió su postura de no seguir las medidas restrictivas recomendadas para evitar la propagación de la pandemia.

“Brasil está cambiando, la economía lo demuestra. Yo no le saqué el trabajo a nadie porque no cerré nada”, concluyó.