El proyecto logístico en esa zona de Colonia cuesta 200 millones de dólares; Andrey Kashtanov y Olesia Dzhumelia mostraron interés en el proyecto meses antes de su casamiento en el Chuy.
Martín Chico, en las costas colonienses del Río de la Plata, es un punto estratégico para la hidrovía. Si uno avanza rumbo al oeste, como buen portugués, se encuentra con este emblemático puerto natural, uno de los últimos antes de entrar, ya río arriba, en el mundo de la binacionalidad. De hecho, el paraje está ubicado frente a la isla Martín García-Timoteo Rodríguez, que comparten Argentina y Uruguay.
Martín Chico, curiosamente, tiene dos historias que lo conectan con Rusia, aunque ambas no estén relacionadas, al menos en principio. La primera es que una de las estancias más emblemáticas de la zona, llamada Bemberg, pertenecía a una familia de rusos que llegó al país a principios del siglo XX. Según cuentan vecinos de la zona, estos migrantes tenían vínculos con la realeza rusa, o al menos eso transmitían en sus escasos contactos con los lugareños. El campo, ubicado en la jurisdicción de Conchillas, donde opera la planta de Montes del Plata, fue administrado durante décadas por dos hermanos, oriundos de la zona.
La segunda “historia rusa” es más reciente, menos duradera y está vinculada al escándalo político que se desató hace un mes, cuando detuvieron al custodio presidencial Alejandro Astesiano por entregar pasaportes falsos a ciudadanos rusos.
Andrey Kashtanov y Olesia Dzhumelia, la pareja de rusos que se casó en el Chuy y que se contactó con Astesiano para obtener documentación uruguaya, querían hacer una inversión millonaria en logística portuaria en la zona de Martín Chico. Su interés por desarrollar un “Puerto Hub de la Hidrovía” quedó plasmado en reuniones que tuvieron con empresarios uruguayos a mediados de 2021, luego de ingresar al país en plena pandemia, mediante una autorización que firmó el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, el 11 de junio de ese año.
En esa primera visita al país, Kashtanov y Dzhumelia se reunieron con varios empresarios uruguayos y mostraron interés por invertir en proyectos logísticos y portuarios vinculados a la hidrovía. En esos encuentros, la mayoría en Montevideo, Kashtanov se presentaba como un coronel retirado que ahora se dedica al mundo de los negocios.
En el edicto matrimonial que firmaron unos meses después en el Chuy, Kashtanov, de 55 años, se presentó como “doctor en leyes”, mientras que Dzhumelia, de 40 años, dijo ser economista. Tras varios contactos, empezaron a interesarse por una iniciativa para construir un puerto en un campo privado en Martín Chico, una idea que a nivel local se maneja desde hace por lo menos 15 años. Fuentes del sector comentaron a la diaria que una iniciativa con estas características tiene un costo estimado de 200 millones de dólares.