Publicado el 18 de abril de 2023
Escribe Camila Méndez en Ecosistemas
11 investigadores e investigadoras sostienen que los humedales del Santa Lucía tienen relevancia para “numerosas aves con riesgo global y/o nacional de extinción”
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Leído por Mathías Buela.
Los peligros de las afectaciones a ecosistemas naturales -como pueden ser los humedales, pastizales, montes nativos-, causadas por actividades que llevan adelante los seres humanos, son cada vez más evidentes. Por esta razón, es necesario contar con información científica y territorial que nos permita comprender la importancia de estas áreas y, de esta forma, defenderlas. Actualmente, una de las amenazas que están sobre el tapete público es la construcción de una ruta doble vía de nueve kilómetros, con iluminación y dos intercambiadores de tránsito, que tiene por objetivo extender la ruta 102 y unirla con la ruta 1 y la ruta 5. La idea fue presentada por una iniciativa privada ante el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) y parte del trazado abarca el área protegida Humedales del Santa Lucía, que ingresó al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) en 2015.
En octubre de 2022, vecinos y vecinas del oeste de Montevideo comenzaron a recibir visitas en sus hogares donde se les informó de manera oral que iban a ser expropiados para poder llevar adelante la obra. La situación generó preocupación, comenzaron a organizarse y a entablar contacto con autoridades gubernamentales y científicos para conocer las implicancias. Más tarde, en enero de este año, el MTOP emitió una resolución en la que especificaba cada uno de los 55 padrones que iban a tener que pasar por el procedimiento de expropiación. A su vez, en una primera instancia, la licitación pública estuvo abierta hasta el 7 de marzo, pero la cartera decidió extender el plazo hasta el 20 de abril, según consta en un comunicado difundido por la Corporación Vial del Uruguay.
A dos días del cierre de la instancia donde empresas privadas pueden presentar sus ideas para desarrollar la obra, parece importante hablar sobre los impactos ambientales que traería consigo. En este contexto, un grupo de 11 técnicos e investigadores en las áreas de agronomía, botánica, biología de la conservación, ecología y zoología emitió en febrero de 2022 una carta abierta en la que alertaba sobre los peligros de la extensión de la ruta. A grandes rasgos, definieron que los problemas que ocasionaría se pueden reducir en tres aspectos: “afectaría negativamente una zona ecológica clave del cinturón verde del área metropolitana de Montevideo, que ha sufrido afectaciones históricas y recientes, principalmente por cambios de uso del suelo”; “afectaría en particular un área protegida departamental, integrada a un área protegida del SNAP”; y “afectaría algunas de las principales actividades productivas tradicionales (granja, huerta, vitivinicultura y fruticultura) y recientes (turismo rural y naturaleza), así como actividades recreativas y educativas, además de la calidad de vida de los habitantes de la zona”.
Dada la complejidad de la problemática, el grupo de investigadores e investigadoras decidió ampliar el informe de febrero, haciendo especial hincapié en la “posible afectación a la biodiversidad en el área protegida” y, precisamente, en “las especies más vulnerables”. la diaria accedió al nuevo documento que fue elaborado por Alejandro Brazeiro, Raúl Maneyro, Mauricio Bonifacino, Mariana Cosse, Ariel Farías, Nadia Bou, Alexandra Cravino, Lourdes Silveira, Gastón Varela, Adriana Bentancour y Damián Hagopián. Ellos y ellas pertenecen en su mayoría a diversas instituciones, entre ellas la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable y el Centro Universitario Regional del Este, también de la Udelar.Newsletter semanal de Ambiente
Fundamentales para la vida
Aunque para muchos lectores y lectoras pueda parecer redundante, es importante comenzar explicando la importancia de los humedales. “Son ecosistemas definidos por la presencia de agua, ya que están inundados en forma temporal o permanente. La distribución y dinámica del agua constituyen el factor clave en la estructuración de estos ambientes someros, caracterizados por su alta diversidad y producción biológica. Estos ecosistemas proporcionan servicios ecosistémicos fundamentales para la vida, dentro de los que se destacan la protección de los recursos hídricos (fuente de agua, mejoramiento de calidad de agua y regulación hídrica), la regulación climática mediante la gran acumulación de carbono y la generación de hábitats para una elevada diversidad de especies”, subrayan en el informe los científicos y científicas.
Recuerdan que, si bien sólo cubren alrededor de 6% de la superficie terrestre, “40% de todas las especies vegetales y animales viven o se reproducen en los humedales”. Esta debería ser una razón fundamental para protegerlos. Y continúan: “Son muy relevantes para las especies migratorias, en particular aves, ya que un gran número de especies depende de la persistencia y calidad de estos hábitats a lo largo de sus rutas migratorias, para lograr cumplir con sus ciclos de vida”. Eliminar una parada de su camino puede tener consecuencias en la conservación de estas especies.
Cuentan que, debido a su importancia, en 1971 se creó la Convención relativa a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas -más conocida como Convención Ramsar-, que tiene por objetivo “promover la conservación y el uso racional de los humedales”. “Entró en vigor en 1975 y en la actualidad ha sido ratificada por 172 países, entre los que se encuentra Uruguay”, señalan.
Pero la responsabilidad que tienen los mandatarios no termina allí: “Los humedales, por su relevancia para las especies migratorias, también juegan un papel importante en el marco del Convenio sobre Especies Migratorias. Este convenio internacional, del que Uruguay también es parte, compromete a los países a conservar y, cuando sea posible y apropiado, restaurar los hábitats que sean importantes para preservar aquellas especies migratorias que estén en peligro de extinción. Finalmente, debido a su relevancia para la diversidad biológica, los humedales también juegan un papel central en el marco de la Convención Internacional sobre Diversidad Biológica, de la cual Uruguay también es parte”, sintetizan. Sin dudas, es preferible conservar un paisaje diverso, repleto de flora y fauna, y no sumar una nueva ruta de hormigón gris.
Nuestros humedales
Ahora bien, las características genéricas de los humedales, aunque pueda parecer obvio, también son aplicables al caso particular de los humedales del río Santa Lucía. “Se ha definido a las áreas naturales y rurales asociadas a los Humedales de Santa Lucía como un patrimonio de importancia nacional, que debe ser gestionada con el objetivo de conservar la biodiversidad del humedal y promover el desarrollo sustentable de las zonas linderas”, especifican los científicos en el nuevo informe. Por esta razón, en 1997 se creó el Parque Natural Humedales de Santa Lucía en Montevideo, y en 2015 se incorporó al SNAP como área protegida con recursos manejados, abarcando territorios de los departamentos de Canelones, Montevideo y San José. Es necesario poner los datos sobre la mesa, ya que en la ficha ambiental del proyecto, que elaboró el MTOP, se afirma que el trazado de la ruta “no abarca zonas con prioridad para la conservación, ni ecosistemas vulnerables o amenazados”.
Por si fuera poco, el grupo de investigadores e investigadoras afirma que parte de nuestra área protegida fue declarada Área de Importancia para la Conservación de las Aves (IBA, por su sigla en inglés) a nivel internacional en 2009. Implica que en esta zona se encuentra la “presencia regular de un número significativo de individuos de especies amenazadas o casi amenazadas a nivel global” y “alberga una población significativa de al menos dos especies de distribución restringida”. Las especies “casi amenazadas” a nivel global que habitan los Humedales del Santa Lucía son la pajonalera pico recto (Limnoctites rectirostris), la gaviota cangrejera (Larus atlanticus) y el tachurí canela (Polystictus pectoralis). A su vez, comentan que “han sido destacados como hábitat de importancia para numerosas especies migratorias, debido a su ubicación, condiciones ambientales y recursos disponibles, lo cual se debe a los depósitos de sedimentos ricos en materia orgánica aportados por la gran cuenca del río Santa Lucía”. Recordemos que de esta cuenca se abastece de agua potable a 60% de la población del país.
Protección para las aves y la necesidad de tener otro trazado
“En la propuesta de incorporación de los Humedales del Santa Lucía al SNAP se indicó que habían registrado en toda el área cerca de 230 especies de aves, lo que representa casi 50% de la avifauna de Uruguay. En la parte de Montevideo, donde el proyecto ‘Continuación anillo perimetral’ planea construir la ruta, el cuerpo de guardaparques de la Intendencia de Montevideo ha registrado más de 180 especies de aves”, afirma, sin rodeos, el grupo de científicos y científicas.
A su vez, cuentan los resultados de una investigación y muestreos que tuvieron lugar entre julio de 2020 y junio de 2021 llevados adelante por Lourdes Silveira -una de las autoras del documento- en pastizales inundables y humedales permanentes cercanos al trazado proyectado de la ruta. “Silveira registró en su estudio 62 especies en el pastizal inundable y 59 especies en los humedales permanentes. Entre estas especies se encontraron varias prioritarias a nivel nacional para el SNAP, así como especies amenazadas y casi amenazadas tanto a nivel nacional como global”, apuntan. A ese respecto, señalan que la diversidad registrada no tiene nada que envidiarles a otras áreas protegidas de Uruguay, como Esteros de Farrapos e Islas del Río Uruguay.
A partir de la investigación de Silveira, se detectó en los pastizales inundables “11 especies de aves prioritarias para la conservación, incluyendo siete prioritarias para el SNAP, cinco amenazadas y dos casi amenazadas a nivel nacional, además de una amenazada y tres casi amenazadas a nivel global”. Algunas de ellas son el burrito plomizo (Porzana spiloptera), el aguatero (Nycticryphes semicollaris), la martineta (Rhynchotus rufescens), la perdiz (Nothura maculosa), el espartillero enano (Spartonoica maluroides), el curutié ocráceo (Limnoctites sulphurifera), el piojito copetón (Pseudocolopteryx sclateri) y el ya mencionado tachurí canela. Además, observaron en este ambiente otras tres especies prioritarias para su conservación: la pajonalera pico recto (Limnoctites rectirostris), el gavilán ceniciento (Circus cinereus) -ambos amenazados a nivel nacional- y la monterita de cabeza gris (Donacospiza albifrons).
Por otra parte, vinculado a los humedales permanentes, resaltan la presencia de varios individuos de pato fierro (Nomonyx dominicus), especie “deficiente de datos” a nivel nacional. “En la ‘Laguna Taranco’, ubicada muy cerca del cruce de los caminos de los Camalotes y de la Redención [cerca del trazado de la ruta], se registraron algunas especies prioritarias: el pato colorado (Spatula cyanoptera), que es considerado “casi amenazado” a nivel nacional; el cisne de cuello negro (Cygnus melancoryphus), el ganso coscoroba (Coscoroba coscoroba) y el carao (Aramus guarauna), que también son aves prioritarias para la conservación en Uruguay, suman.
Con base en los relevamientos, concluyen que se han registrado en el área de influencia del proyecto de la ruta “27 especies de aves de alta vulnerabilidad, incluyendo tres especies amenazadas o casi amenazadas a nivel global, seis especies amenazadas o casi amenazadas a nivel nacional, tres especies priorizadas para la conservación en el SNAP, cuatro especies priorizadas para la conservación en Uruguay, una con datos insuficientes en la evaluación nacional y diez especies migratorias”. Por todas estas razones, declaran que “es evidente la importancia del Humedal de Santa Lucía para la conservación de las aves en Uruguay y, en particular, la relevancia de los pastizales húmedos y las lagunas cercanas al trazado propuesto por el proyecto para numerosas aves con riesgo global y/o nacional de extinción”. Consideran que el trabajo proyectado en la ruta generaría “impactos inadmisibles sobre la diversidad” y debería ser “rechazado o relocalizado”.